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Un tumor óseo es un crecimiento anormal de células que producen una tumoración en huesos o articulaciones del cuerpo humano. Pueden extenderse a otras zonas o estructuras, provocando metástasis.
Normalmente, se manifiestan mediante bultos o inflamaciones que resultan indoloros para el paciente. En casos de tumoraciones grandes, pueden producir compresiones nerviosas que causen dolor en el paciente. En muchos casos, los tumores óseos debilitan el hueso, aumentado el riesgo de fracturas óseas.
Los tumores benignos, deben ser supervisados de forma periódica por un especialista, sin embargo, si presentan un crecimiento local no agresivo, no supondrán un riesgo para el paciente.
Principales síntomas del cáncer de huesos
Los principales síntomas que se pueden dar en la aparición de cáncer de huesos son: dolor o hinchazón en el hueso afectado, apareciendo incluso bultos en la zona.
Otro síntoma común es la debilidad en los huesos llegado a fracturarse aquellos huesos que anteriormente tuvieron alguna dolencia.
Todos estos síntomas se suelen acompañar de fatiga y pérdidas de peso en el paciente de forma injustificadas.
Lo más habitual es que el cáncer óseo se presente en zonas grandes del cuerpo, como piernas o brazos.
El tratamiento para el cáncer de huesos debe ser multidisciplinario, esto quiere decir que el tratamiento debe llevarse por diferentes especialistas en cáncer, para así disponer de todos los medios posibles para encontrar el más adecuado para el paciente.
La terapia más habitual para cáncer de huesos consiste en una cirugía, cuyo objetivo principal es la resección de la tumoración y los tejidos colindantes que, en ocasiones, requieren una amputación y reconstrucción mediante injertos o prótesis.
En los casos más severos, el paciente tendrá que someterse a tratamiento oncológico, una vez realizada la cirugía de extirpación del tumor óseo, se aplicará tratamientos basados en radioterapia o quimioterapia.
La radioterapia para el cáncer de hueso: es la destrucción de las células cancerígenas, a través de rayos de alta energía, realizándose desde fuera hacia a dentro. Normalmente se realizan en aquellos casos en los que el cáncer no ha podido ser extirpado por medio de la cirugía
El tratamiento de quimioterapia para la destrucción de tumores óseos consiste en un medicamento que es ingresado por boca o inyección hasta que llega a las células cancerígenas y las destruye totalmente.
En aquellos pacientes con metástasis ósea, será necesario tratar los órganos afectados a través de las terapias nombradas anteriormente, las cuales pueden mejorar la vida del paciente.
La intervención de los tumores óseos, se recomienda en aquellos casos en los que la tumoración es maligna, provoca dolor en el paciente o existe riesgo de metástasis.
Habitualmente, en el caso de tumores benignos, no suele ser necesaria una operación. Únicamente en aquellos casos en los que exista riesgo de evolución a tumor maligno, o con el objetivo de prevenir debilitamientos y fracturas óseas.
Recuperación tras la operación de tumor óseo
La recuperación tras una intervención de tumor óseo depende de la tipología del tumor. En el caso de tumores benignos, el paciente suele ser dado de alta pasadas unas horas tras la cirugía, pautado con tratamiento analgésico para prevenir los posibles dolores.
En caso de tumoraciones malignas, el periodo de hospitalización del paciente será más largo. Deberá valorarse si es necesario un tratamiento oncológico complementario.
En las cirugías en las que se extirpa un tumor óseo, puede realizarse un injerto óseo, con el objetivo de completar espacios de huesos rotos que son extremadamente complicados de reparar, o de reemplazar ya que puede causar serios problemas sobre el paciente.
Habitualmente, el tejido óseo es extraído de otra parte del cuerpo del paciente, pero en otros casos, puede utilizarse el hueso de un donante (aloinjerto) o un hueso artificial.
La recuperación tras una intervención de injerto óseo no suele presentar complicaciones y el tiempo de recuperación varía en función del hueso tratado. Se recomienda evitar el tabaco, que puede afectar a la consolidación del hueso.
Existen diferentes tipos de tumores óseos:
Tumores óseos malignos
Osteosarcoma: Se trata de un tipo de cáncer de huesos, originado en las células óseas. Habitualmente, se presenta en huesos largos, como piernas y brazos (aunque no son tan comunes). Este cáncer es muy común en adultos y en jóvenes.
Los síntomas más comunes del osteosarcoma son: fractura ósea, dolor en la zona afectada. Y en aquellos casos en los que se produce osteosarcoma en la pierna, como puede ser en la rodilla, se puede llegar a producir una ligera cojera en el paciente.
Sarcoma de Ewing: Se trata de un tumor canceroso que suele aparecer en el hueso del cuerpo, aunque también puede darse en el tejido blando alrededor de los huesos.
Los síntomas más comunes que suelen acompañar a este Sarcoma de Ewing son: fiebre sin ningún tipo de razón, dolor e hinchazón en el área afectada.
Condrosarcoma: Este tipo de tumor óseo comienza en los huesos y se extiende a tejidos blandos colindantes. Para un diagnóstico completo, se extrae una muestra y se analiza. Los síntomas de esta patologías son: sensibilidad en la zona afectada, creación de un bulto y dolor óseo intenso durante la noche.
Tumores óseos benignos
Osteocondroma o Exostosis ósea: Se trata de un crecimiento benigno de tejido óseo en el hueso ya existente. Los síntomas más comunes son: hinchazón, debilidad en la zona y dolores en los huesos afectados.
Encondroma: Es un tumor cartilaginoso benigno, localizado en huesos pequeños de manos y pies. Es común en personas de edad avanzada, y generalmente, asintomático. Sin embargo, pueden producir bastante dolor en el caso de que estos crezcan demasiado. En aquellos casos en los que se producen síntomas, los más habituales son: agrandamiento de la zona en la que se produce la dolencia
Fibromas no osificante: Es un tumor fibroso benigno que es producido en el hueso que se encuentra en crecimiento. La parte de un hueso no se endurece como normalmente se hace, y en su lugar se llena con tejido fibroso en lugar de tejido óseo. La mayoría de casos de Fibromas no osificante suele darse durante la infancia.
Esta patología no suele causar síntomas, casi siempre su detección es a través de otra dolencia.